viernes, 30 de enero de 2009

Análisis de diversas investigaciones realizadas en torno a la aplicación de varios modelos de enseñanza-aprendizaje en el ámbito deportivo


Análisis de diversas investigaciones realizadas en torno a la aplicación de varios modelos de enseñanza-aprendizaje en el ámbito deportivo


 

 
Doctor en Educación Física y Deportiva.
I.E.S. Nicolás Copérnico - Écija, Sevilla. 
(España) 
 

 
Francisco Ponce Ibáñez 
ponce@supercable.es 
 

 

 

 

 
Resumen
     El interés por los modelos alternativos en el proceso de enseñanza-aprendizaje en los deportes ha aumentado en los últimos años. Desde la década de los ochenta se viene comparando la repercusión de los dos enfoques metodológicos más utilizados en la enseñanza deportiva, el tradicional y el alternativo. El primero se centra en progresiones de ejercicios y en el desarrollo de las técnicas deportivas, antes de proponer el aprendizaje de la táctica y el juego real. El modelo alternativo, se asocia a la pedagogía del descubrimiento y está fundamentado en la propuesta de experiencias motrices lúdicas vinculadas al contexto real o modificado del juego. Como indica Méndez (1999a), estas dos metodologías se podrían corresponder con las técnicas de enseñanza por instrucción directa e indagación o búsqueda, respectivamente. 
    
Palabras clave: Enseñanza en deportes. Modelos de enseñanza-aprendizaje. Técnicas de enseñanza. Toma de decisiones. 
 

 

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 11 - N° 106 - Marzo de 2007

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Introducción
    Nuestra problemática se cierne sobre dos aspectos fundamentales, como son la intervención didáctica o modelos de enseñanza-aprendizaje en el deporte y los conceptos relacionados con la lógica interna del juego como son la comprensión del deporte y la toma de decisiones, vamos a analizar estudios que tengan algunos o todos los aspectos anteriormente citados.
    Primeramente se expondrán estudios que tengan relación con algún concepto integrado en la intervención didáctica (técnica de enseñanza, estilo de enseñanza, estrategia en la práctica) dentro del campo deportivo.
    El segundo bloque de investigaciones hará referencia a aspectos relacionados con la lógica interna del juego (comprensión y toma de decisiones).
    Por último, trataremos las investigaciones que tengan como ámbito principal, los dos bloques anteriores, la intervención didáctica y la lógica interna del juego.

Estudios relacionados con la intervención didáctica (técnica de enseñanza, estilos de enseñanza y estrategia en la práctica)
    Numerosos son los estudios que nos encontramos cuyo objetivo principal es la comparación de diferentes intervenciones didácticas, por lo que en este bloque, voy a agrupar experiencias que hayan utilizado en sus estudios, los mismos modelos o intervenciones, indiferentemente de la muestra y del deporte practicado.
    Hay estudios que se centran en conocer las diferencias de aprendizaje entre estilos de enseñanza distintos, así nos encontramos con Goldberger et al. (1982) y Goldberguer y Gerney (1986), en donde estudiaron el aprendizaje de habilidades en el hockey, impartiendo tres estilos de enseñanza diferentes, la asignación de tareas, la enseñanza recíproca y el estilo de inclusión. Las conclusiones en ambos estudios confirman que los tres estilos de enseñanza mejoran el aprendizaje de la habilidad (conducción en hockey) aunque ninguno es significativo respecto al otro. Además la utilización de la enseñanza recíproca mejora la socialización entre los compañeros (Goldberger et al., 1982).
    Mariani (1970), Rodríguez y Castro (1993) y Harrison et al. (1995) compararon los estilos de enseñanza del mando directo y la asignación de tareas, en tenis, baloncesto y voleibol, respectivamente. Se afirma que los dos modelos de intervención proporcionan aprendizaje, destacándose al alumnado con un nivel bajo en el juego que sería conveniente la aplicación del mando directo para un mejor aprendizaje (Harrison et al., 1995). Además Rodríguez y Castro (1993) establecen que la asignación de tareas es una intervención eficaz para alumnos de entre 16-18 años.
    Medina y Delgado (1993) y Franceschetto (1996), investigaron la repercusión de los estilos de enseñanza asignación de tareas y enseñanza recíproca. En el primer estudio se muestra un incremento de la mejora a nivel motriz en el aprendizaje de dos gestos del voleibol. En cambio, en el estudio de Franceschetto (1996), se observa que ambos modelos son eficientes en el aprendizaje de la natación. Medina y Delgado (1993) estudiaron, además, las actitudes del alumnado y las relaciones sociales entre iguales y entre alumnos-profesor, sin establecerse diferencias entre ambos modelos.
    Boyce (1992) y Cox (2002) compararon tres modelos de enseñanza-aprendizaje, mando directo, asignación de tareas y enseñanza recíproca. En el estudio de Boyce (1992), se comprobó que los sujetos que utilizaban una intervención basada en el mando directo y la asignación de tareas fueron superiores a la enseñanza recíproca. Al igual que Rodríguez y Castro (1993), la edad de la muestra fue alta (18-23 años) corroborando que la asignación de tareas en un buen estilo de enseñanza para alumnos adolescentes y adultos. En cambio Cox (2002), no encontró diferencias en el aprendizaje de los tres modelos, sólo en el número de conocimientos de resultados impartidos que en la enseñanza recíproca fue más elevada.
    Goldberger y Gerney (1990), en otra investigación, compararon el estilo de asignación de tareas con una variante del mismo. En el primero, el alumnado era dividido en grupos que deberían rotar por las diversas estaciones en orden y tiempo establecido por el profesorado, en el segundo cada alumno y alumna podía elegir el orden y el tiempo en las mismas. Los resultados indicaron que ambos estilos eran válidos para el aprendizaje de habilidades motoras, aunque se consideró más interesante el segundo para el alumnado que poseía una menor habilidad motriz. Curiosamente no se encontraron correlaciones entre el tiempo de práctica empleado en las habilidades y la mejora de aprendizaje.
    No sólo se intenta comprobar qué estilo es el más adecuado para el aprendizaje de los alumnos, sino también necesitamos saber cuál es el más utilizado y por qué para los profesores. Así Delgado, Medina y Viciana (1996) y Delgado (1998) estudian a profesores en activo y a una muestra de futuros profesores (alumnos de 5º curso), en sus estudios establecen las siguientes conclusiones:
  • Los estilos de enseñanza mejor valorados fueron los participativos, con una ligera diferencia a favor de los profesores.
  • La valoración de futuros profesores es hacia los estilos de enseñanza individualizadota, mientras que los profesores en ejercicio es socializadora.
  • Los futuros profesores valoran los estilos de enseñanza creativos frente a los individualizadores de los profesores.
  • Los futuros profesores valoran los estilos socializadores y los profesores en activo a los creativos.
  • En quinto lugar coinciden los estilos de enseñanza en ambos grupos.
  • Y por ultimo los estilos de enseñanza peor valorados son los tradicionales.
    Poole y Graham (1996) reflexionaron en un estudio con profesores recién titulados, acerca de la necesidad de cambiar el modelo de enseñanza. El objeto era comprender cómo los profesores daban sus clases en relación al modelo de enseñanza que utilizaban. Como conclusiones, los autores establecen que los profesores se basan en modelos de enseñanza a partir de su propia experiencia, y que no necesitan mejorar o cambiar de modelos, ya que creían que conocían las diferentes estrategias y métodos de enseñanza. Por lo tanto, este estudio coloca a la enseñanza desde un punto de vista muy simple, o sea, que los profesores estaban satisfechos de su intervención didáctica y no tenían necesidad de cambiarla.
    Por lo tanto es conveniente una mejor formación del profesorado de Educación Física en los estilos de enseñanza para sacar el mejor rendimiento al proceso de enseñanza-aprendizaje (Pankratius, 1997).
    Respecto a la estrategia en la práctica, existen varios estudios, Boutmans (1983), Durán y Lasierra (1987), Vernetta (1990), García y Martín (1992), Cuellar y Delgado (1993), Morales (1998) y Valero (2001), los cuales nos comparan una estrategia en la práctica global con otra analítica en diferentes disciplinas deportivas, existiendo diferentes conclusiones al respecto. Mientras que Boutmans (1983) expone que en el baloncesto mejora con el método analítico, en el voleibol después de 10 sesiones mejora el grupo global. Igual ocurre con Durand y Lasierra (1987) en hockey, el grupo que utilizó una estrategia analítica mejoró en las pruebas cerradas, en cambio, en las pruebas abiertas mejoraron el grupo global. Ambos estudios nos muestran una controversia entre la utilización de una u otra metodología, destacando que existe aprendizaje utilizando ambas intervenciones, pero que la ideal sería global-analítico-global (Boutmans, 1983). Respecto a la motivación y diversión, ambos estudios destacan algunas carencias en el modelo analítico frente al global que es más participativo y dinámico.
    Vernetta (1990), García y Martín (1992), Cuellar y Delgado (1993), Morales (1998) y Valero (2001) comprobaron la incidencia de las dos estrategias en la práctica y sus modalidades, en el aprendizaje de varios deportes y disciplinas individuales. En todos los estudios se produjeron aprendizajes con la utilización de ambas estrategias. Vernetta (1990) establece que al grupo que se le aplicó una estrategia en la práctica global manifestó unos mayores niveles de ejecución motriz, y junto al mixto son los más completos en retención. García y Martín (1992) establecen que el grupo que utilizó el programa analítico mostró una mejoría en las cualidades físicas condicionales, con respecto al que utilizó el juego, en cambio el grupo global mejoró en las cualidades físicas coordinativas respecto al anterior.
    Cuéllar y Delgado (1993) proponen como más positiva utilizar la estrategia progresiva, y como complementaria, la global polarizando la atención. Para Valero (2001), existe una mejora significativa en la técnica de la marcha de los grupos analíticos y lúdicos, con respecto al grupo control. Después de un mes de descanso, el grupo analítico muestra una mejora significativa frente al grupo analítico y control para la técnica de la marcha. Para la eficacia, el grupo control siguió siendo superior a los grupos lúdicos y analíticos. Para el resto de disciplinas, no existieron diferencias significativas. A destacar, las diferencias significativas que surgieron en el tiempo dedicado a la tarea, siendo superior en el grupo lúdico y en cuanto al número de ejercicios, el grupo analítico utilizó una mayor cantidad de ejercicios frente al lúdico. Además los alumnos tienen una idea previa que con el juego no se aprende, asignándole al modelo ludotécnico la capacidad de diversión pero no la de aprendizaje. La falta de diversión en el modelo técnico-analítico provoca presión en el profesorado que percibe el modelo excesivamente rígido.
    Otros autores realizan sus experiencias comparando tres tipos de modelos, un modelo basado en la técnica, otro en la táctica y el combinado de ambos (Rink et al., 1991; Quinn y Strand, 1995; Scatling et al., 1998; Harrison et al., 1999 y Castejón et al., 1999). Rink et al., (1991) y Scatling et al. (1998), realizaron su estudio en el deporte del bádminton con una muestra de sujetos de similar edad (14-16 años); en ambos estudios los modelos técnico y táctico mejoran su aprendizaje en la ejecución de habilidades. Scatling et al. (1998) establece, además, una serie de conclusiones interesantes:
  • El modelo técnico le es menos interesante a los sujetos.
  • Aunque el modelo táctico tiene menor tiempo útil de práctica, no interfiere en el aprendizaje.
  • Los sujetos no muestran interés en las explicaciones de los juegos en el modelo técnico.
    Siguiendo a los estudios anteriores, Quinn y Strand (1995), Harrison et al. (1999) y Castejón et al. (1999), muestran que ambos modelos, técnico y táctico producen mejoras en relación a la ejecución técnica de los deportes estudiados, sólo se destaca que en la experiencia de fútbol americano de Quinn y Strand (1995), en la destreza del lanzamiento de precisión, el grupo táctico mejoró significativamente respecto al técnico.
    En fútbol, deporte de nuestro estudio, Raya (1992) y Raya et al (1993), realizaron experiencias cuyo objetivo era conocer la mejora de ciertas habilidades técnicas, aplicándoles tres tipos de modelos de enseñanza: instrucción verbal, moldeamiento y una combinación de ambos. En los dos estudios, los tres modelos producen aprendizaje, resultando el modelo mixto más eficaz en la mejora de ejecución de las destrezas técnicas.
    Hayes et al. (2003) comprobaron la relación entre la utilización del aprendizaje del chut a portería (en fútbol) utilizando dos modelos de enseñanza, a través de modelo conociendo el conocimiento de resultado y a través del modelo sin conocimiento de resultado. El grupo estaba formado por una muestra de 14 sujetos, todos de sexo femenino y sin experiencia en fútbol. Se dividió el grupo en dos, cada uno de 7 sujetos. La prueba que se realizó fue golpear sobre una diana con una barrera. Un grupo observó un video con un modelo de ejecución en donde aparecía el chut y el resultado; en cambio otro grupo sólo observó la ejecución en el video. Como conclusión los autores establecen que la demostración perdía valor cuando se conocía el resultado, por lo que afirman que en la enseñanza de habilidades es preferible enseñar la tarea sin conocer el resultado final.
    Ferreira et al. (2003) realizaron un estudio cuyo objetivo fue comparar la intervención didáctica de los profesores y el comportamiento de los alumnos, en la enseñanza del fútbol y de otros deportes individuales (gimnasia, raqueta). Se utilizaron 43 sesiones de fútbol y 86 sesiones de deportes individuales. Las clases se grabaron en video y fueron analizadas utilizando 4 criterios de observación (tiempo, comportamiento del profesor, comportamiento de los alumnos y el feedback). Como conclusión se destaca que no existen diferencias significativas entre las clases de fútbol y las clases de deportes individuales, en los criterios anteriormente mencionados. Los autores proponen la necesidad de realizar otros estudios para profundizar más en el tema.
    Chirosa et al. (2003) y Sunay et al. (2004), realizaron estudios en donde comprobaron la incidencia de dos intervenciones con una muestra de 30 sujetos, respecto a la utilización de una intervención tradicional y una basada en el descubrimiento guiado, variando el número de sesiones, 7 y 15, respectivamente. En ambos estudios se establecen similares conclusiones, ambos grupos mejoran los aprendizajes, aunque en el estudio de Chirosa et al. (2003) mejoran significativamente en ambos grupos, en el control, la conducción y la fuerza y coordinación del tren inferior. Los autores concluyen que es necesario ampliar el estudio.

Estudios relacionados con la comprensión de la lógica del juego.
    Se van a exponer experiencias donde se plantean, como objeto principal de estudio, la comprensión de la lógica del juego, y dentro de ella la toma de decisiones, sin tener en cuenta la intervención didáctica utilizada.
    Leavitt (1979), French y Thomas (1987), Berry et al. (2003, 2003a) y Sola (1998), realizaron varias experiencias en donde comprobaron la comprensión en el juego (además de la ejecución técnico-táctica), entre dos muestras, principiantes y expertos, en diferentes actividades deportivas. Leavitt (1979) indica en su estudio que los principiantes con una mayor destreza en el patinaje sobre hielo centraban su atención en el mismo y no eran capaces de prestar más atención a otra tarea (menor su procesamiento perceptivo). French y Thomas (1987), en sus dos estudios, establecen a los jugadores expertos un mejor aprendizaje en la habilidad del lanzamiento y en la prueba de comprensión, existiendo una relación entre el conocimiento del juego y la toma de decisiones. Por lo que el desarrollo del conocimiento en deportistas de base tiene una implicación en el desarrollo de las habilidades en el juego; en esta línea, Gréhaigne (2001), afirma que "…el desarrollo de las posibilidades de elección requieren el desarrollo de los conocimientos…". Sola (1998) en su estudio, destaca la alta significación y relación entre el saber cognoscitivo y el rendimiento táctico, "…en las edades de iniciación a los deportes de equipo, las actividades de aprendizaje deben de centrarse únicamente en los fundamentos técnicos…El error reside en pensar en el acto táctico, en estas edades, como algo superior a lo que se llegará después de obtener el bagaje técnico. Ambos aspectos deben de ir entrelazados desde la base…".
    Berry et al. (2003, 2003a) en sus dos experiencias, comprueban el aprendizaje en la toma de decisiones, entre expertos e inexpertos, en fútbol australiano. En ambos estudios, establecen que los jugadores que tienen experiencias previas en deportes colectivos (formación académica) tomaban mejores decisiones. Estos estudios corroboran la importancia de utilizar un modelo de enseñanza constructivista horizontal, en donde los principios comunes a varios deportes, sirvan de aprendizaje al deporte practicado en la élite. Por lo tanto, al igual que nos dicen Conteras et al (2005), utilizando esta metodología puede producir transferencia positiva y aprendizaje.
    Gibbons y Ebbeck (1997), realizaron un estudio donde analizaron dos estrategias de aprendizaje (social y estructural de desarrollo) para conocer como influían el desarrollo moral en alumnos de primaria. La muestra corresponde a 204 alumnos de 4º, 5º y 6º de primaria, 87 varones y 117 de sexo femenino. Se formaron tres grupos, dos experimentales y uno de control. El grupo control estaba formado por 63 alumnos y alumnas, el grupo experimental que utilizó la estrategia del aprendizaje social por 72 alumnos y alumnas y el segundo grupo experimental (aprendizaje estructural) por 69 alumnos y alumnas. El estudio duró 7 meses. Como conclusiones más interesantes en relación a nuestro estudio, se destaca que es necesario aplicar una estrategia de enseñanza para que exista comprensión (a nivel moral), el juego "libre" no lo consigue. La variable dependiente de la razón moral era mejorada (no significativamente) en mayor mediada por la estrategia basada en el aprendizaje estructural; el autor expone que este tipo de estrategia requiere que los alumnos y alumnas pregunten, reflexionen, y dialoguen, produciéndose una mayor comprensión en relación al juego limpio.
    Castejón y López (2000), establecieron su estudio de una sesión de duración, en donde la muestra correspondía a sujetos de entre 10 y 12 años, concretamente 138 (70 chicos y 68 chicas). Los autores plantearon la hipótesis de que los sujetos que mejor solucionaran la prueba teórica, mejores decisiones tomarían en un determinado juego (10 pases). Después de analizar los datos, no se encontraron diferencias a favor de los sujetos que mejor realizaron la prueba teórica.
    Konzag (1992), Mc Morris y Beazeley (1997) y Williams et al. (2003), propusieron estudios en donde el fútbol era el deporte estudiado. Konzag (1992) y Williams et al. (2003) exponen lo ya establecido por French y Thomas (1987) y Sola (1998) en otros deportes colectivos de invasión (baloncesto), la necesidad de dedicarle tiempo al aprendizaje cognitivo para una mejora de estos aspectos, "…más de lo que se hace hasta ahora". En ambos estudios los sujetos entrenados en procesos cognitivos mejoraban en toma de decisiones (pase). Mc Morris y Beazeley (1997) comprueban la mejora de toma de decisiones en un grupo que practica fútbol en una escuela, respecto a otro grupo que realiza otros deportes; esta conclusión pone de manifiesto la utilización de un modelo constructivista vertical, para la mejora del deporte practicado. No tiene relación con los estudios de Contreras et al (2005) y Berry et al. (2003, 2003a), ya que utilizaban deportes con principios y elementos técnico-tácticos comunes, mientras que Mc Morris y Beazeley (1997) practicaban cualquier tipo de deportes (gimnasia, tenis, etc.).

Estudios relacionados, tanto con la intervención didáctica como con la comprensión de la lógica del juego
    Se han encontrado en la bibliografía, experiencias donde se combinan los dos aspectos anteriores, la intervención didáctica y la comprensión en el juego.
    Estudios al respecto en bádminton (Lawton, 1989; French et al., 1996; French et al., 1996; Blomqvist et al., 2001), tenis (Mc Pherson y French, 1991) y squash (Gabriele y Maxwell, 1995), deportes de adversario, comparan dos metodologías de enseñanza-aprendizaje diferentes, modelo táctico o de entendimiento, frente al modelo técnico o tradicional. En los diferentes estudios se pasaron pruebas técnicas (cerradas), pruebas abiertas (juego reducido), de motivación y pruebas de comprensión escritas. Lawton (1989) establece las siguientes conclusiones:
  • Con ambos modelos existe aprendizaje técnico.
  • No hay diferencias significativas entre grupos respecto a la comprensión teórico-práctica.
  • Los sujetos del modelo técnico asociaron el aprendizaje técnico con la mejora de la ejecución, mostrando un mayor nivel de motivación.
    Mc Pherson y French (1991) realizaron un estudio, similar al nuestro en número de sesiones (38), en el cual, los sujetos entrenados en el aprendizaje técnico mejoraron respecto al grupo táctico, referente a la ejecución técnica. Estos autores proponen que cada disciplina deportiva tendría que clasificar sus habilidades y adoptar modelos de enseñanza que puedan obtener un control mínimo para su enseñanza-aprendizaje. Respecto al aprendizaje táctico, los autores comprueban que los jugadores del grupo técnico adquieren los medios tácticos a través de la práctica deportiva. Como nos indica García (2001) cabe la posibilidad de dos interpretaciones:
"los jugadores son capaces de aprender a comportarse tácticamente en el juego sin una instrucción específica previa, lo que sugeriría que en algunos deportes quizá no sea necesario insistir en la adquisición de las tácticas de base, ya que los sujetos serían capaces de acceder a ellas".
"los estudios no han dejado el tiempo de práctica suficiente como para que los sujetos que aprendieron de forma comprensiva puedan manifestar sus adquisiciones en le juego".
    López (2004), French et al. (1996, 1996) y Turner y Martinek (1992), obteniendo idénticas conclusiones, en ambos modelos, no existieron diferencias significativas en sus aprendizajes, y como indica García (2001), "…a pesar de que el grupo táctico dedicó un tiempo considerable al aprendizaje de las tácticas generales". Además al igual que otros estudios, se cree necesario que antes de emplear la táctica es necesario un control de la habilidad, sino el aprendizaje táctico no se producirá (Mc Pherson y French, 1991; Turner y Martinek, 1992, 1995; Magill, 1989).
    En cambio estudios como el de Blomqvist et al. (2001) y Gabriele y Maxwell (1995), establecen que el grupo táctico mejoró en la toma de decisiones, respecto al grupo tradicional.
    En esa misma afirmación se encuentran Allison y Thorpe (1997), Turner y Martinek (1995) y Turner (1996), en similares estudios, aunque en deportes diferentes (baloncesto y hockey), en donde hubo mejoras significativas en relación a la toma de decisiones en el grupo táctico, aprendiendo el qué hacer y cómo hacerlo. Respecto a la entrevista, los sujetos del grupo tradicional respondían que ellos sabían realizar el gesto, pero luego, se comprobaba que en la situación real modificada (2x2) no lo realizaban de manera correcta. En Allison y Thorpe (1997) el grupo táctico se involucró más en la evaluación, planificación, con una actitud más positiva en su aprendizaje. En este sentido Rink et al. (1996) establece las siguientes conclusiones:
  • La estrategia es cognitiva, accesible, y debe ser enseñada. La persona que actúa tiene un control consciente de qué hacer en su actuación en el juego y no llegará a estas ideas sólo con su práctica.
  • La técnica no debería de enseñarse primero. El conocimiento táctico precede al desarrollo de la destreza.
  • Las estrategias deberían de enseñarse de forma indirecta. La mejor forma de enseñar estrategias de juego para principiantes es a través de la enseñanza indirecta (indagación o búsqueda).
    Otros estudios antagonistas, son el de Ormond et al. (1995), Romero (2000) y Greco (1995), en el primero el grupo táctico mejoró en las tácticas defensivas y ofensivas (comprensión); Romero (2000) establece que el grupo táctico mejora en aspectos técnicos en gestos de voleibol. En cambio, en Greco (1995), no existieron diferencias significativas entre ambos grupos, e incluso se decanta por la utilización de una intervención basada en la técnica en ciertos contextos del juego.
    Siguiendo con el deporte del balonmano, García (2001), en su estudio destaca las siguientes conclusiones:
  • La mejora del conocimiento declarativo del juego por parte del modelo integrado (técnico-táctico).
  • No existencia de diferencias significativas en las pruebas de ejecución.
  • La mejor progresión del modelo integrado en la toma de decisiones y en ejecución de juego real (sin diferencias significativas).
  • La adquisición de pautas tácticas por el grupo técnico (a igual que lo establecido por Mc Pherson y French, 1991).
    Allison y Thorpe (1997), Griffin et al. (1995) y Griffin y Griffin (1996), comprobaron en sus dos estudios que el grupo táctico mejoraba en la comprensión del juego a través de una prueba o test escrito; concretamente Griffin y Griffin (1996), experimentó un mejor dominio del mapa de orientación, tras 5 meses de tratamiento respecto al grupo tradicional.
    Estudios muy similares al nuestro, pero de otras disciplinas deportivas, aparecen controversias y similitudes en sus campos de estudio. Méndez (1999) compara tres técnicas de enseñanza, la instrucción directa, la indagación y una mixta. Los deportes utilizados son el floorball patines y el baloncesto, dos deportes colectivos de invasión, una vez pasadas pruebas abiertas, cerradas, de conocimiento y de motivación, las conclusiones más interesantes para nuestro estudio son:
  • La técnica de enseñanza mediante instrucción directa no parece proporcionar ventajas en el rendimiento técnico, mientras que las otras dos técnicas se muestran más eficaces.
  • Las técnicas de enseñanza cerradas en la búsqueda inciden positivamente en aspectos motivacionales, forma de enseñar y mayor tiempo de práctica e intensidad en el esfuerzo.
  • El grupo que utilizó una técnica de enseñanza mixta mejoró en la toma de decisiones en la defensa al atacante sin balón en baloncesto y en conocimiento declarativo del mismo.
    El autor sugiere una intervención didáctica basada en la combinación de las dos técnicas de enseñanza, con aplicaciones puntuales de instrucción directa.
    Contreras et al. (2005) estudiaron la posibilidad de la aplicación de un modelo constructivista horizontal (basado en fútbol, baloncesto y balonmano), para la mejora de la transferencia de aprendizaje en el deporte del floorball. Una vez realizada las pruebas, se aplicaron 9 sesiones de floorball, para comprobar la transferencia con los deportes de invasión. Respecto al primer estudio se mejoraron las pruebas escritas y cerradas entre ambos grupos. En la prueba abierta, sólo mejoró la toma de decisiones en pase y conducción. Al comparar la transferencia, el grupo experimental mejoró en el test escrito y en la toma de decisiones en la conducción y pase. Los autores establecen como conclusiones que la utilización de un modelo constructivista horizontal permite la transferencia en el aprendizaje, sobre todo en los deportes en donde la habilidad es muy parecida. Esta metodología es muy útil en las clases de educación física, ya que, en opinión de los autores "…es muy motivante y produce un buen aprendizaje en poco espacio de tiempo…".
    En fútbol, encontramos varios estudios, los cuales no se pueden comparar entre sí, ya que cada uno utiliza intervenciones didácticas diferentes e incomparables.
    Mc Morris (1988) estudió la eficacia de la enseñanza del pase y apoyo en el deporte del fútbol, con chicos de 11 y 12 años, haciendo uso de metodologías de progresión parcial y de pequeños partidos. Ambos grupos mejoraron a nivel técnico y en la toma de decisiones en el pase y en el apoyo. En cambio Mitchell et al. (1995), al igual que el anterior estudio, que ambos métodos producían mejoras, en este el grupo táctico mejoró significativamente en la toma de decisión en el juego sin balón y en la comprensión del juego a través de una prueba escrita.
    Solana (2003) realizó un estudio donde comprobó la importancia de la utilización de un estilo de enseñanza basado en la microenseñanza en el aprendizaje técnico y la toma de decisiones (entre otros aspectos). Como conclusiones se destaca que utilizando el estilo de enseñanza de microenseñanza se mejora en las pruebas abiertas (toma de decisiones) en ambos deportes (baloncesto y fútbol sala) y en las pruebas cerradas (elementos técnico-tácticos).
    Julián et al. (2005) realizaron un trabajo donde mostraron la influencia de la organización de la práctica, en bloque (hasta que no se aprenda no se pasaría a otra habilidad) y aleatoria (combinación del aprendizaje de varias habilidades a la vez), en el aprendizaje de tres habilidades motrices. Los resultados muestran que ambos tratamientos mejoraron los tiempos de ejecución en los tres deportes contemplados (fútbol, balonmano y baloncesto). Los autores afirman que bajo un modelo comprensivo de enseñanza, independientemente de la organización de la práctica, se obtiene un mejor rendimiento y toma de decisiones. Además, a excepción del grupo de práctica en bloque del baloncesto, los demás grupos aleatorios mejoraron al finalizar el período de aprendizaje, provocando trazos de memoria menos dependientes y posibilitando mejor las transferencias.
    Ponce (2006) realizó un estudio en donde compararon dos intervenciones didácticas, una basada en un modelo tradicional (técnica de enseñanza mixta) y una técnica mediante indagación o búsqueda. Como conclusiones se destacan:
  • En ambos grupos se mejora la prueba de salto horizontal, de manera significativa, al igual que la prueba de conducción.
  • Respecto a la prueba abierta, también se mejora el medio técnico-táctico del control en ambos grupos.
  • En cambio el grupo indagación mejoró muy significativamente en la toma de decisiones en el pase y la ejecución del mismo, respecto al grupo mixto.
  • El conocimiento declarativo del juego, referido a los principios de actuación y a los medios del control y del pase, el grupo indagación mejoró muy significativamente respecto al grupo mixto.
    Una vez analizados todos los estudios encontrados, podemos concluir que tanto el número, como las conclusiones que se expresan en cada uno de ellos, no aclaran varias de las cuestiones más importantes en el aprendizaje deportivo, ¿qué intervención didáctica es la más adecuada? ¿Se está utilizando una metodología adecuada en las escuelas de base?
    Casi todos los estudios encontrados nos muestran una comparación entre diferentes intervenciones, en las cuales se realizaban unas pruebas iniciales, comparándose posteriormente con otras idénticas realizadas después de cada tratamiento.
    Rink et al. (1996), analizaron los problemas más relevantes con que se enfrentan las investigaciones sobre la aplicación de diferentes tipos de intervención didáctica, estos son: instrumentos de medida, deportes utilizados y la duración de los experimentos.
    Casi todas las experiencias han utilizado un diseño cuasi-experimental, en el que el conocimiento (declarativo) ha sido medido mediante un test de conocimiento, el rendimiento durante el juego mediante instrumentos para medir los componentes de control, decisión y ejecución, y las habilidades deportivas mediante diferentes pruebas cerradas. Algunos autores (French et al., 1996) utilizaron otras técnicas de medida como las entrevistas entre los puntos de un partido, las descripciones verbales de la ejecución técnica y la grabación en video de diferentes aspectos tácticos.
    Otra cuestión para analizar es la cantidad y diversidad de deportes estudiados, bádminton (Rink et al., 1991; Scatling et al., 1998; Lawton, 1989; French et al., 1996, 1996; Blomqvist et al., 2001) baloncesto (Boutmans, 1983; Rodríguez y Castro, 1993; Castejón et al., 1999; French y Thomas, 1987; Ormond et al., 1995; Allison y Thorpe, 1997; Sola, 1998; Solana, 2003; López, 2004; Julián et al., 2005), balonmano (Greco, 1995; García, 2001), fútbol (Beckett, 1990; Raya, 1992; Raya et al., 1993; Hayes et al., 2003; Ferreira et al., 2003; Chirosa et al., 2003; Konzag, 1992; Mc Morris y Beazeley, 1997; Williams et al., 2003; Mc Morris, 1988; Mitchell et al., 1995; Solana, 2003; Julián et al., 2005; Ponce, 2006), atletismo (García y Martín, 1992; Valero, 2001), tenis (Mariano, 1970; Mc Pherson y French, 1991), voleibol (Boutmans, 1983; Medina y Delgado, 1993; Harrison et al., 1995; Harrison et al., 1999; Sunay et al., 2004; Griffin et al., 1995; Romero, 2000), squash (Gabrielle y Maxwell, 1995), orientación (Griffin y Griffin, 1996), hockey (Goldberge et al., 1982; Goldberger y Gerrney, 1990,1986; Durán y Lasierra, 1987; Leavitt, 1979; Turner y Martinek,1995, 1992; Turner, 1996; Allison y Thorpe, 1997; Méndez, 1999; Contreras et al., 2005), fútbol australiano (Berry et al., 2003, 2003a), gimnasia (Vernetta, 1990; Cox, 2002), fútbol americano (Quinn y Strand, 1995), natación (Franceschetto, 1996), tiro (Boyce, 1992) danza (Cuellar y Delgado, 1993) y vela (Morales, 1998), estableciéndose conclusiones entrelazadas, que pueden ser utilizadas en uno o varios deportes. A este punto Contreras et al. (2005), establecen la posibilidad de transferencia entre el aprendizaje en deportes con habilidades similares.
    Respecto al número de sesiones, un alto porcentaje de los estudios tienen la característica de una baja duración (por debajo de 15 sesiones), exceptuando los estudios de Duran y Lasierra (1987), Raya (1992), García y Martín (1992), Quinn y Strand (1995), Harrison et al. (1995), Scatling et al. (1998), Sunay et al. (2004), French y Thomas (1987), Gibbons y Ebbeck (1997), Mc Pherson y French (1991), Turner y Martinek (1995), Turner (1996), French et al. (1996, 1996), Romero (2000), Méndez (1999), García (2001), Solana (2003) y López (2004), los cuales tienen 15 o más sesiones de duración. Siguiendo a García (2001), que considera estudios cortos con menos de 15 sesiones de duración, nuestro estudio, uno de sus objetivos es comprobar si con 18 sesiones de duración existe o no un determinado tipo de aprendizaje, entre la aplicación de las dos intervenciones didácticas. En este sentido y siguiendo a Rink et al. (1996) "…hay investigaciones en nuestro campo que se empecinan en proyectos de investigación que tienen muy poco potencial para responder las importantes preguntas que a todos se nos plantean. Estos estudios son los mismos que no concedieron un período de tiempo lo suficientemente extenso como para que se obtuviera algún tipo de aprendizaje".
    Además, la metodología de la enseñanza deportiva sugiere la utilización de diferentes intervenciones didácticas en función a otras variables: edad de la muestra, experiencia, sexo y motivación de los sujetos (Delgado, 1993).

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miércoles, 7 de enero de 2009



Efectos de la manipulaciónde las variables estructurales en el diseñode juegos modificados de invasión.Antonio Méndez Giménez
Resumen
El objetivo de este artículo es ofrecer a los profesores de Educación Físico-deportiva un análisis de las variables que componen las estructuras de los juegos deportivos de invasión (móvil y material, metas, espacio, tiempo, jugadores y reglas) para poder incidir en los aspectos funcionales (técnico-tácticos). Pensamos que manipulando dichos parámetros de forma adecuada, el profesor puede diseñar infinidad de juegos contextuales que de por sí plantean los problemas tácticos intrínsecos y que incitan al discernimiento paulatino de los principios que los rigen y a su comprensión. Destacamos varias concepciones en la adaptación reglamentaria:
El diseño de deportes adecuados a las cualidades del principiante (minideportes o deportes reducidos) y a los sujetos de medidas educativas especiales.
La creación de recursos lúdicos (juegos modificados) con funciones metodológicas y fundamentados en los principios tácticos comunes a este tipo de deportes.
La implementación de valores sociales en el aula.
Palabras clave: Juegos modificados. Juegos deportivos de invasión. Táctica deportiva. Adaptación reglamentaria. Modelo comprensivo.
Introducción En nuestro anterior trabajo revisamos la concordancia entre las dos corrientes o teorías de aprendizaje más relevantes y los principales modelos o enfoques de enseñanza deportiva (Méndez Giménez, 1999). Por un lado, las teorías asociacionistas sustentan el modelo tradicional, basado fundamentalmente en la enseñanza de la técnica deportiva previo paso al aprendizaje táctico y al juego en situación real; por otro, las teorías cognitivistas respaldan los modelos alternativos, fundamentados en la enseñanza de los principios tácticos comunes. Los resultados de nuestros dos estudios cuasiexperimentales -destinados a sujetos de secundaria- refrendan la eficacia de los modelos activos en iniciación deportiva y sugieren la combinación de las técnicas de enseñanza, cargando más las tintas en la enseñanza mediante búsqueda o indagación, y apoyándose, en determinados momentos, en intervenciones docentes de carácter más directivo.
En el marco de los modelos alternativos surgió con especial interés la aproximación comprensiva de los juegos deportivos cuyos orígenes se encuentran en los estudios del equipo de profesores de la Universidad de Loughborough (Thorpe y Bunker, 1982; 1983a; y 1983b; Thorpe, Bunker y Almond, 1986a y 1986b) y cuyos impulsores más significativos en España fueron, entre otros, Blázquez Sánchez (1986), Devís y Peiró (1992), Hernández Moreno (1994) y Moreno y Rodríguez (1996). Dicho enfoque considera los juegos modificados como instrumentos óptimos para estimular la comprensión y el descubrimiento de la lógica subyacente a los juegos deportivos (Contreras, 1998, p. 228).
El soporte teórico del modelo comprensivo se encuentra en la Teoría del Esquema de Schmidt (1975), según la cual, el aprendizaje se debe a la adquisición de esquemas, reglas o fórmulas de acción más que a respuestas específicas. La consecuencia más destacable de esta teoría es la hipótesis de variabilidad de la práctica (Ruiz Pérez, 1995, pp. 59-100; 1998). Los estudios de Schmidt sugieren variar sistemáticamente las condiciones de práctica (velocidad, amplitud del gesto, trayectorias, condiciones iniciales y de oposición) ya que favorecen la adaptabilidad en el alumnado, la elaboración de reglas generativas de acción y la reestructuración constante de su esquema corporal (Ruiz Pérez, 1994, 1995).
En nuestro análisis afrontaremos las variables que pueden ser manipuladas desde un planteamiento comprensivo horizontal, el cual presume la existencia de ciertas transferencias desde los juegos a los deportes que comparten similitudes tácticas y estructurales (Contreras, 1998). Este enfoque contempla la técnica deportiva como un medio para realizar las acciones tácticas por lo que su enseñanza no se comprende como un objetivo en sí mismo, sino como solución motriz a un problema contextual. Inicialmente, el proceso de enseñanza-aprendizaje aplica técnicas de enseñanza poco directivas, -mediante indagación o búsqueda-, a partir de juegos modificados y de la resolución de los problemas contextuales que generan.
Según la corriente constructivista, el aprendizaje de los deportes mediante situaciones contextuales supone la adquisición de estrategias cognitivas que permiten la resolución de los problemas planteados y favorecen la capacidad para aprender a actuar (Contreras, 1998, p. 231).
Como ya expusimos en otro trabajo (Méndez Giménez, 1998b) los deportes de invasión (deportes territoriales según Ellis, 1983) coinciden con la tercera subcategoría de la clasificación realizada por Hernández (1994) de los deportes de cooperación/oposición y son aquellos en que cada uno de los dos equipos en juego trata de alcanzar más veces con el móvil la meta o portería del equipo contrario (utilizamos el término móvil para referirnos a cualquiera de los objetos de intercambio: balón, disco volador, pelota, bola, pastilla, dardo...) Para ello, los equipos tratan de conquistar el terreno de juego de los contrincantes, conservando el móvil y atacando su meta. Los juegos deportivos de invasión son practicados en canchas, campos, pistas o piscinas por dos equipos de igual número de participantes. Thorpe, Bunker y Almond (1986b) presentan dos subcategorías: los juegos de invasión orientados a una diana o meta fija -como el baloncesto o el fútbol- y los juegos de invasión orientados a sobrepasar una línea de fondo para puntuar, -como el fútbol americano o el rugby-. En la figura 1 recogemos un listado de diferentes deportes de invasión al que se han añadido otros juegos y deportes alternativos, aún no institucionalizados, pero con notables similitudes con los deportes adultos de este grupo.
Fig. 1 Cuadro resumen de los juegos y deportes de invasión
Enfocados a una diana (portería, canasta...)
Fútbol (sala, 7x7, 11x11...) Baloncesto (5x5, 3x3...)Floorball (sala, patines)BalonmanoWaterpoloPoloHockey (sala, patines, hielo, hierba...)Balonkorf o KorfballHorseball
NetballRebotón / TchoukballFútbol gaélicoHurling / CamogieAerosportSpongee Polo o MazaballLacrosse / IntercrosseBroomball
Enfocados a una diana abierta (Línea o Espacio)
Fútbol americanoUltimate (disco volador)
Rugby, bitoque
Desde el enfoque activo de la enseñanza deportiva, una de las cualidades básicas del profesor eficaz recae en su capacidad para seleccionar modificaciones apropiadas del juego deportivo, exagerando determinadas conductas tácticas con el propósito de diseñar un juego más simple a nivel técnico y de menor exigencia física (Thorpe, Bunker y Almond, 1986a). Por tanto, mediante la adecuada variación de los aspectos estructurales del juego se pretende incidir en el aprendizaje de los aspectos funcionales, ubicando al jugador en un contexto de situaciones problemáticas (Bayer, 1979, pp. 68-69). Entendemos, pues, que los recursos lúdicos que el profesor de Educación Física utiliza en sus sesiones deben ir cargados de plena intencionalidad y no ser fruto de la casualidad o el azar, lo que mermaría la potencialidad de los juegos y su oportuna explotación didáctica.
La creación de juegos modificados cuenta con el referente a los deportes adultos y presupone situaciones reales de juego. No obstante, se hace necesaria una modificación o adaptación reglamentaria consecuente con las características psíquicas y físicas de los destinatarios: niños y adolescentes. No parece oportuno proponer directamente el juego deportivo estandarizado al principiante, lo que provocaría individualismos, escasa comprensión del juego y manifestaciones anárquicas respecto a la táctica. Como ya comentamos anteriormente, la aproximación comprensiva aboga por simplificar las normas y diseñar recursos lúdicos y metodológicos que permitan la comprensión de los principios que rigen el juego.
En un intento por aclarar los conceptos vinculados a las distintas modalidades del juego en el ámbito de la actividad físico-deportiva (Méndez Giménez, 1998a) llegamos al esquema presentado en la figura 2 asumiendo las siguientes acepciones:
El concepto juego, opuesto al de ejercicio, es una actividad esencialmente abierta, flexible y caracterizada por su incertidumbre. Destacamos tres categorías principales del juego: el juego libre, el juego dirigido y el deporte.
El juego libre o espontáneo se realiza fuera de la influencia del profesor.
El juego dirigido o didáctico expresa la aplicación que el profesor hace del juego en el campo educativo.
3.1. Dentro del apartado de juegos dirigidos hemos incluido aquellos cuyo objetivo es el desarrollo de la condición física del individuo y que comprenderían tanto los destinados a la mejora de las cualidades físicas básicas (fuerza, resistencia, velocidad y flexibilidad) como los que pretenden el incremento de las cualidades motrices (equilibrio, agilidad y coordinación).
3.2. Los juegos predeportivos englobarían tanto las formas jugadas como los juegos que pretenden la iniciación deportiva. Los autores revisados utilizan la siguiente terminología:
Figura 2. Propuesta de esquema-resumen de las diferentes modalidadesdel juego en el ámbito de la actividad físico-deportiva
Las formas jugadas se fundamentan en la transformación de los ejercicios confiriéndoles cierto carácter lúdico a través de un componente de reto o de una estructura competitiva, por ejemplo, mediante un sistema de puntuaciones o un oponente real. Están orientadas, principalmente, al aprendizaje técnico y al desarrollo de cualidades físicas y motrices. Entre otras, señalamos las tareas del tipo ¿quién es capaz de...?
Los juegos reducidos son recursos didácticos fundamentados en la disminución del número de jugadores y del terreno de juego en pro de la participación y del aprendizaje de los principios deportivos.
Los juegos modificados o simplificados podrían estar relacionados con los juegos reducidos, si bien, acentúan el énfasis en los aspectos tácticos. Su peculiaridad reside en el hecho de que tanto el profesor como los propios alumnos pueden proponer variaciones según el rumbo del proceso de aprendizaje. Están concebidos como recursos metodológicos.
Los minideportes son adaptaciones en cuanto a la forma de los deportes institucionales para hacerlos más accesibles a las características psico-físicas de los destinatarios más inmediatos: los niños. Se fundamentan en la reducción del número de jugadores, del terreno de juego, del tamaño del balón y de las porterías y en la variación de las reglas complejas del juego adulto. Sin embargo, reproducen las formas de aprendizaje centradas en la técnica.
4. Los juegos deportivos, deportes o juegos adultos se caracterizan por su reglamento y federación.
5. Los juegos alternativos son un compendio de juegos tradicionales (caracterizados por su arraigo social) y juegos deportivos, lo que les confiere un talante eminentemente participativo.
En el presente artículo sólo nos centraremos en el diseño de juegos modificados o simplificados, es decir, aquellos orientados al desarrollo táctico del juego, dejando para otros estudios los que plantean dificultades físico-técnicas (tanto ejercicios correctivos como formas jugadas), sin ánimo de subestimar su papel relevante en el proceso de aprendizaje. Según Riera (1995) la táctica deportiva está definida por tres rasgos: se trata de un objetivo parcial dentro de una estrategia global, y se caracteriza por la velocidad en la toma de decisiones y la actuación en función del oponente. Riera considera que sólo encontramos manifestaciones tácticas en los deportes denominados de oposición, y sostiene que únicamente los propios deportistas actúan tácticamente. A nuestro entender, esta capacidad puede y debe ser entrenada desde las primera etapas a través de situaciones modificadas del juego.
2. Modificación de variables Manteniendo intacta la esencia de los juegos deportivos de invasión, a saber: jugador/es que coopera o compite, disputando un móvil y atacando o defendiendo una meta, sugerimos el siguiente análisis de las variables que componen este grupo de juegos deportivos para el diseño de recursos lúdicos. Hemos de resaltar que previamente al planteamiento de esta propuesta sería necesaria una fase de manejo del móvil, fase elemental para la adquisición de los fundamentos técnicos básicos de recepción, lanzamiento y dribbling.
2.1. En cuanto al Material: móvil e implementos
1.1. TamañoEl tamaño del móvil (balón) debe corresponderse con las características antropométricas y las medidas de los segmentos corporales (manos y pies) de los sujetos a los que se destina el aprendizaje. En general, los balones oficiales son demasiado grandes para escolares, lo que hace necesaria su adaptación. Por ejemplo, Esper Di Cesare (1999) concluye que tanto la circunferencia como el peso de los balones son factores determinantes en la efectividad del tiro libre de baloncesto y en la ejecución técnica de movimiento. En su estudio sugiere que el balón de 74 cm de circunferencia y 570 gr de peso es el más adecuado para que los sujetos adolescentes de 13 y 14 años practiquen eficazmente el baloncesto.
1.2. PesoLos balones más pesados, como el cuero, facilitan la realización de pases a gran distancia, siempre que se disponga de la fuerza y de la técnica necesarias. Los más ligeros (como los de goma espuma) exigen de mayor número de pases para llegar al mismo punto y requieren de menos fuerza para movilizarlos (Devís y Peiró, 1992, p. 179). Consecuentemente, Wein (1995) sugiere que a menor capacidad se utilicen balones ligeros con el objetivo de evitar aglomeraciones de jugadores; y que a medida que se vayan incrementando dichas capacidades, se recurra a materiales más pesados.
Igualmente, las bolas y pelotas pesadas (por ejemplo, de hockey) aseguran un juego raso, mientras que las más ligeras favorecen el juego aéreo, aspectos que se podrían tener en cuenta en las programaciones didácticas.
1.3. FormaParece obvio que los balones esféricos proporcionan una trayectoria más homogénea, mientras que los ovalados o cúbicos acentúan la imprevisibilidad.
En cuanto a los bastones o sticks con dos caras desiguales, aportan mayor complejidad al juego si se asume la norma de jugar exclusivamente con la cara plana. Los sticks con caras iguales (simétricos) proporcionan simplicidad técnica, al permitir el juego por ambos lados.
1.4. Número de móviles (multibalones)Missoum (1977, citado por Bayer, 1992, pp. 74-75) realizó un experimento con multibalones llegando a la conclusión de que se atenúan en el niño la intensidad de las vivencias de la desvalorización, de la frustración, de la sumisión y de las dependencias excesivas.
Usero y Rubio (1996, pp. 166-167) proponen integrar a los jugadores aislados utilizando varios balones. En situación real de juego, con las reglas propias de la edad, sugieren que el profesor disponga de varios balones que irá entregando a los jugadores que no participen activamente. En ese momento, el que lo recibe continúa el juego y el portador del balón debe entregar el suyo al profesor.
1.5. Color y sonoridadSon potenciales elementos motivadores para la práctica. Así, el sonido de los sticks de madera de fresno al impactar unos con otros en el hurling dan espectacularidad al juego. En educación especial los balones sonoros han posibilitado la práctica de deportes como el Goal-ball, consolidado ya como deporte paraolímpico. Además, los balones de colores muy llamativos son muy requeridos con sujetos con limitaciones visuales.
1.6. DurezaLos materiales más ligeros, como los sticks de plástico de floorball disminuyen el riesgo de lesión. Otros materiales más duros, propios del juego adulto, (como los bastones de madera) confieren vistosidad al juego a expensas de aumentar el riesgo de lastimarse en un golpeo. Este criterio debería tenerse más presente; todavía es habitual ver entrenamientos de fútbol sala de categorías alevines e infantiles con balones duros y pesados, lo que provoca continuas experiencias dolorosas, que a la postre podrán ser motivo de abandono.
2.2. En cuanto a las metas (canastas, porterías, zonas del campo) Para Wein (1995) jugar sin porterías es jugar sin puntos de referencia, por lo que aconseja su incorporación desde las primeras etapas. Las variables que podemos manipular y la intencionalidad que perseguimos quedan sintetizados en los siguientes puntos:
2.1. Dimensiones
Tamaño. Cuanto más grande sean más factible la consecución del objetivo ofensivo y, por tanto, más reforzante y sugerente para el aprendiz. Por otro lado, una portería o meta pequeña -por ejemplo, un cono- facilita la defensa en zona, mientras una meta más grande -por ejemplo, una zona o área del campo- estimula la defensa individual (Thorpe, Bunker y Almond, 1986b).
Altura. La altura de las zonas de tanteo (canastas de baloncesto o balonkorf) debería ajustarse a las medidas antropométricas y físicas de los jugadores. En el mercado encontramos materiales adaptables.
2.2. Ubicación
En los extremos del campo. Es el planteamiento más habitual.
Dentro del terreno de juego. Variación que aporta mayor riqueza táctica puesto que permite el juego por detrás de la línea de las porterías (por ejemplo, el hockey hielo).
Porterías en la diagonal del terreno de juego (Wein, 1995).
2.3. NúmeroA mayor número de metas, mayor facilidad en ataque y mayor complejidad en defensa. Así pues, se consigue mayor riqueza en la toma de decisiones ofensivas. Además, el cambio de dirección del juego hacia una u otra portería provoca el movimiento de la defensa creándose espacios libres (Wein, 1995, p. 152).
2.4. FormaEsta propiedad queda inicialmente supeditada al material disponible: aros, postes, muros, puertas, colchonetas, una raya, una red... Las porterías más bajas y estrechas que las reglamentarias posiblemente serán más adecuadas al perfil de los principiantes, evitando los lanzamientos excesivamente altos que los porteros no podrían interceptar y permitiendo el lucimiento en las paradas. En la medida en que las porterías se ensanchen se favorece el juego de los atacantes.
El hecho de dividir la portería en distintas zonas de marca (diana) permite ponderar cada una de las zonas establecidas, valorando con mayor puntuación aquellas por donde sea más difícil acertar.
2.5. Movilidad (fija o móvil)En los deportes de invasión la portería no representa ningún grado de incertidumbre; sin embargo, en el diseño de juegos modificados podemos incidir en esta variable con objeto de suscitar el proceso de construcción del juego en ataque, y de elaborar estrategias contra los oponentes. Así, planteamos una situación lúdica en la que las porterías están formadas por dos jugadores que sostienen una pica a la altura de sus hombros y pueden desplazarse a su antojo por los límites del terreno de juego para facilitar la labor de sus compañeros (Méndez y Méndez, 1996, p. 268).
2.3. En cuanto al espacio Al igual que en el caso anterior, el terreno de juego tampoco conforma fuente de incertidumbre en los deportes de invasión dado su carácter estable y estandarizado. En el diseño de juegos proponemos su manipulación como otro recurso más para motivar la comprensión de determinados aspectos tácticos.
1. DimensiónIndudablemente, al aumentar el tamaño del terreno de juego se favorece la creación de espacios de juego, mientras que al reducirlo se provoca la ocupación del espacio en defensa. Así pues, Wein (1995, p. 39) sugiere que cuanto menos habilidosos y capaces sean los jugadores, más amplias y profundas sean las dimensiones del campo, con el fin de conseguir un nivel aceptable de juego. También aconseja reducir el número de jugadores si el espacio disponible es reducido.
2. FormaEn todos los deportes de invasión el terreno de juego es rectangular. No obstante, sugerimos modificar la forma del terreno de juego en función de las instalaciones disponibles y de los principios tácticos que deseamos abordar.
Los terrenos de juego más estrechos facilitan el juego vertical, mientras que los terrenos anchos inducen la creación del juego por las bandas para aprovechar el espacio.
Se suelen encontrar algunos problemas prácticos en la delimitación de los espacios durante las sesiones de juego. Pueden utilizarse las líneas ya pintadas en el campo o trazarlas con tiza, cuerdas, conos, botellas de plástico... En Blázquez Sánchez (1986, p. 61-63) encontramos varias propuestas de cómo diseñar las pistas para la realización de multitud de juegos.
3. Algunas adaptaciones reglamentarias relacionadas con el espacio3.1. Crear zonas de lanzamiento obligatorias. Por ejemplo, la regla de hockey hierba que obliga a disparar dentro del área de 14,63 m, lo que provoca el avance y elimina el juego excesivamente defensivo y el lanzamiento a larga distancia.
3.2. Crear áreas desde donde no se puede tirar a puerta con la intención de obligar a realizar lanzamientos a cierta distancia (la línea de 6 m en balonmano). Otra opción es determinar áreas desde las que se bonifica la consecución del objetivo, como la línea de 6,25 m en baloncesto (triples).
3.3. Habilitar zonas prohibidas a ciertos jugadores en determinadas ocasiones. Por ejemplo, el interior del círculo en el salto entre dos de baloncesto, el campo defensivo cuando un equipo de baloncesto ha sobrepasado la línea central, o el espacio entre las líneas de 6 y 9 m para los atacantes en caso de golpe franco en balonmano (Bayer, 1992, p. 42).
3.4. Adoptar áreas/posiciones en las que sólo se puede permanecer un tiempo determinado. Por ejemplo, los 3 segundos en la zona de baloncesto para los atacantes, con lo que se persigue velocidad ofensiva y se favorecen las labores defensivas.
3.5. Obligar a los jugadores a cambiar/permanecer en ciertos espacios durante el desarrollo de juego con objeto de afianzar ciertos roles ofensivos/defensivos.
3.6. Obligar a los jugadores a mantener una distancia determinada con sus compañeros para no ir todos por el móvil o estorbar al jugador portador.
3.7. Establecer áreas por donde no sea posible jugar el balón, por ejemplo, el centro del terreno para forzar el juego por las bandas.
2.4. En cuanto a los jugadores (compañeros, adversarios)
1. Respecto al número de jugadores por equipoLa idea de disminuir el número de jugadores ha sido una solución generalmente aceptada por las distintas versiones de los minideportes y por los juegos modificados para tratar de incrementar la participación. En la medida en que se eleva el número de jugadores, se confiere mayor dificultad al juego y se debilita el tiempo de participación. Otra opción viable es variar el número de jugadores de cada equipo provocando desigualdad numérica (2x1, 3x2, 4x2...) Con ello se pretende incidir sobre determinados aspectos como el doblaje defensivo o el apoyo al compañero con balón. En nuestra opinión, el proceso de enseñanza en las primeras etapas debería fundamentarse en situaciones lúdicas de 1x1 para evolucionar posteriormente hacia otras de mayor complejidad o de superioridad numérica.
2. Respecto a las funciones de los jugadores
1. Exclusivamente ofensivas (cooperación). Bayer considera distintas etapas en la cooperación, que deberán ser tenidas en cuenta en los procesos de enseñanza.
La cooperación en el niño resulta aleatoria y difícil: en sus primeras experiencias vividas sobre un terreno de juego, el compañero aparece como adversario en la conquista y la posesión del balón, objeto deseado y codificado por todos; considerado después como elemento principal de la relación, este compañero adquiere un valor afectivo que suscitará una forma particular de cambios; finalmente, será considerado como una posibilidad en la realización del objeto colectivo.
(Bayer, 1992, p. 49)
2. Exclusivamente defensivas (oposición). En opinión de Wein (1995, p. 135), el hecho de intentar tareas de ataque y defensa por separado permite concentrarse durante unos instantes en uno de ambos aspectos, lo que facilita el aprendizaje. No obstante, nosotros consideramos que el abuso de este tipo de propuestas podría provocar cierta desmotivación, especialmente en los jugadores que ejercen las funciones defensivas continuadas.
3. Neutras o de colaboración indistinta con los dos equipos. El uso de roles reversibles, consistente en asignar a determinados jugadores la posibilidad de puntuar por ambos equipos, puede reducir la competitividad y las comparaciones entre los participantes (Moreno y Rodríguez, 1997).
4. Semioposición. Especie de defensa light que otorga al atacante cierto tiempo para preparar sus acciones ofensivas.
5. Ofensivas y defensivas, alternativamente. En iniciación deportiva, aconsejamos la rotación por los diversos roles de juego.
3. Respecto al sexo3.1. Equipos mixtos. En principio, y a nivel teórico, sería una opción consecuente con los principios de la reforma educativa.
3.2. Segregados. Los equipos mixtos durante la etapa de Primaria parecen estar justificados puesto que las diferencias entre género son poco palpables (Giménez Fuentes-Guerra y Sáenz-López Buñuel, 1996). Sin embargo, algunos autores (Devís Devís, 1996 y Méndez Giménez, 1999) llegan a cuestionarse la enseñanza mixta de determinadas formas de juego deportivo en Secundaria (especialmente de los deportes de invasión estándar) si se trata de lograr que los alumnos de ambos sexos disfruten del tiempo, espacio, dedicación, participación y comprensión en términos de igualdad.
2.5. En cuanto al tiempo A continuación, presentamos algunas reglas relativas a la variable tiempo, que suelen incluirse en los reglamentos de los juegos estándar y que podemos introducir en nuestros propios diseños con el propósito de avivar el ritmo de juego y de facilitar la adaptación a las exigencias físicas, técnicas y tácticas.
Limitar el tiempo para la realización de determinadas acciones, como el tiro en ataque en el baloncesto. Limitar el tiempo de posesión del móvil sin jugarlo (por ejemplo, la regla de los 5 segundos en baloncesto o de los 10 segundos en ultimate). Limitar el tiempo de permanencia en determinadas áreas o zonas (bien sea el jugador o el móvil); por ejemplo, los 3 segundos en zona.
Determinar pasividad si no se actúa a cierto ritmo o si no existe una clara intención de ataque. Por ejemplo, los 10 segundos para pasar al campo de ataque o los 30 segundos de posesión en baloncesto.
Reducir el tiempo de duración de los encuentros en función de la condición física de los destinatarios, tal y como recogen los reglamentos de los minideportes.
Aumentar el número de períodos de descanso con la pretensión de incrementar el tiempo de recuperación y de permitir la planificación de estrategias del juego posterior (más tiempo para la reflexión).
Además, bonificar la consecución de determinados objetivos en un tiempo determinado (por ejemplo, si se saca el móvil de la zona de defensa se consigue un cuarto de gol).
2.6. sobre las reglas esenciales de los juegos de invasión Las normas proporcionan una estructura fundamental para el juego porque presentan claramente la naturaleza problemática y fuerzan a los jugadores a solucionar las cuestiones que plantean. La introducción progresiva y consecuente con los objetivos de cada etapa de las reglas supone, por un lado, facilitar la comprensión y aprendizaje y, por otro, la aparición de nuevos problemas y exigencias en el juego (Usero y Rubio, 1996, p. 194). Este proceso partirá de las reglas básicas para ir introduciendo paulatinamente las de mayor complejidad y las que determinan aspectos tácticos más elaborados. Nos parece acertada la sugerencia de Junoy (1996) de empezar por las reglas explicativas del funcionamiento de juego, las infracciones y las faltas, así como el comportamiento deportivo. En una segunda etapa se podrían fijar las reglas que intervienen en el aprendizaje de la técnica individual (como el pie de pivote o los dobles en baloncesto). Por último, en la fase de competición se introducirían las reglas de conjunto. Dejaremos, pues, para más adelante las reglas que implican gestos técnico-tácticos específicos del deporte (como la melé en rugby o el bloqueo en baloncesto), iniciando el juego con las que comprometen únicamente a un solo individuo para pasar después a las colectivas. Esta secuencia pretende dinamizar el juego discontinuo del debutante caracterizado por notables carencias técnicas y por el egoísmo imperante durante la edad infantil. Somos conscientes de que el reglamento adaptado supone una adecuación cuantitativa y cualitativa de la regla, lo que facilita la ya mencionada continuidad en el juego y estimula el aprendizaje. En palabras de Martínez de Dios:
En estas circunstancias, la regla deja de ser contenido de aprendizaje deportivo, para pasar a ser un recurso didáctico que provoque adaptaciones en el comportamiento del jugador. Un jugador que es capaz de conseguir el objetivo, de diferente naturaleza, en condiciones no tan rígidas como en la competición definitiva, a buen seguro aumentará la capacidad de respuesta y desarrollará un alto nivel de creatividad, nada despreciable en el juego deportivo.
(Martínez de Dios, 1996, p. 55)
Las modificaciones de las reglas para el diseño de juegos modificados pueden comprenderse desde distintos enfoques no excluyentes:
como medio para estimular determinados principios tácticos,
como recurso para paliar ciertas exigencias técnicas,
como procedimiento para el desarrollo de valores sociales.
A continuación, señalamos algunos ejemplos de modificaciones reglamentarias respecto a los principios identificadores de los juegos deportivos de invasión. Puesto que nos centramos en un enfoque contextual, los principios ofensivos y defensivos se trabajan de manera conjunta. No obstante, para un mejor análisis, hemos tratado por separado ambos componentes con la pretensión de hacer hincapié en determinados principios.
1. Respecto a los jugadores atacantes
1.1. En cuanto a la posesión (manejo)
1.1.1. Determinar las partes del cuerpo o de los implementos con las que está permitido jugar el móvil (manos, pies, cabeza) recordando que el juego con los miembros superiores es más sencillo que con los miembros inferiores.
1.1.2. Alternar el lado de juego con objeto de mejorar las ejecuciones del lado no dominante. En defensa, se podría incidir en la necesidad de forzar al atacante a jugar con sus puntos débiles para provocar mayor número de errores.
1.1.3. Señalar la forma y el momento en que se permite robar el móvil al contrario. Por ejemplo, no permitir el robo cuando el contrario lo tiene en su poder. La inclusión de esta norma disminuye el elevado número de faltas que se cometen en iniciación deportiva y reduce las consecuentes detenciones del juego, así como las experiencias dolorosas o las posibles lesiones.
1.1.4. Limitar el contacto físico mediante penalizaciones. Al minimizar el contacto y la confrontación, se incide más en las formas de evasión y se disminuye el riesgo de lesión y el miedo (Usero y Rubio, 1996, p. 155). Añadamos que los menos capacitados se involucran más enérgicamente en el juego y que, con ello, se dan pasos hacia una implicación más equitativa entre géneros.
1.2. En cuanto a la invasión/progresión
1.2.1. Acerca de los desplazamientos:
El hecho de prohibir los desplazamientos con el móvil en las manos, o de obligar a parar cuando un oponente toca al atacante con balón, podría incidir sobre la mejora en la visión del pase y del timing en el desmarque, así como en la reducción de ciertos problemas comportamentales derivados de encontronazos y caídas.
1.2.2. Acerca de la forma de transmitir el móvil:
Prohibir/obligar el retroceso del móvil en un pase. Las dos modalidades reglamentarias -que podemos entrever en deportes como el baloncesto y el rugby, respectivamente- inciden y determinan los subroles de avance del hombre con y sin balón.
Obligar a dar pases a un compañero del sexo contrario pretende alcanzar una participación menos sexista. Igualmente, estipular un número de pases antes de realizar un tiro a puerta o asumir que todos los jugadores toquen el móvil también persigue una participación más igualitaria.
Determinar el número de contactos con el móvil trata de evitar el juego individualista e impedir los pases recíprocos potencia el trabajo en equipo igualando el tiempo de actuación de los participantes y ampliando la visión de juego.
Y, por último, plantear situaciones que condicionen el uso de determinadas técnicas (pase con el interior, pase de pronación, pase por la espalda...) también persigue una mejora en las ejecuciones de las habilidades deportivas.
1.3. Respecto a la puntuación
1.3.1. Variar el sistema de puntuación valorando determinados logros de ejecución. Por ejemplo considerar que si en un encuentro de baloncesto el balón toca el tablero suponga 1 punto, si toca el aro, 2 puntos, la canasta conseguida valga 3 puntos, y la canasta limpia, 4 puntos (Méndez y Méndez, 1996).
1.3.2. Ponderar la consecución de ciertos aspectos técnico-tácticos. Por ejemplo, Usero y Rubio (1996, p. 167) proponen respecto al rugby otorgar un punto al equipo atacante o defensor que realice una acción positiva; por ejemplo, un placaje. En el caso del fútbol, baloncesto, balonmano... puede aplicarse la norma de que entrar en una meta driblando el balón de forma controlada suponga el tanto. Otro ejemplo puede ser que se puntúe doble si todos los jugadores se encuentran en el campo de ataque cuando se consigue un tanto, con la intención de que se involucren en las labores ofensivas y defensivas.
2. Respecto a las funciones defensivas
2.1. Establecer que cada jugador se encargue de defender a un atacante, en igualdad numérica, en un área determinado, en todo el campo (defensa individual, presionante).
2.2. Crear situaciones de inferioridad numérica potenciando el doblaje y las ayudas defensivas.
2.3. Finalmente, estimular las labores ofensivas con reglas como tocar el balón en poder de un atacante o robar de móvil mediante cierta bonificación.
En definitiva, en este trabajo hemos tratado de presentar un marco de enseñanza que requiere de la habilidad del profesor para la creación de situaciones ambientales, con especial hincapié en los principios tácticos comunes a los deportes de invasión desde el primer contacto con el juego, para orientar paulatinamente el aprendizaje hacia aspectos de mayor contenido técnico y de eficacia deportiva, a través de la propia indagación de los alumnos.
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